Por estar en ambos bandos,
seguro que cometí el peor de los pecados.
No me acuerdo ni a quien amé.
Ni tampoco sé si perdoné.
Seguro que por bueno y por malo,
yo sigo viviendo aquí, en el medio.
Pero…
más tengo de canalla que de santo.
Por eso voy a empezar a rezar,
pero no a Dios, sino al diablo.
(La espeluznante historia de Dios
contada por un diablillo)
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